"Imperio Interior"
- Daniela
- 7 feb 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 15 feb 2021
El metálico olor que inundaba mi nariz me despertó abruptamente, y para mi sorpresa se había extendido hacia mis labios. Era más que un olor, era un color fuerte e inconfundible, que se une a mi labial, haciendo que sea casi imposible separar uno del otro.
La cálida luz que se filtraba por las ventanas, y entre las cortinas, era casi como una bofetada. Al levantar mi cabeza sentí como el mundo se re-acomodaba a su eje original, satisfactoria y dolorosamente, algo o alguien volvió a su lugar.
En el momento en el que inconscientemente enderecé mi postura, me di cuenta de el evidente problema, tan evidente que me es difícil recordarlo, o la racionalidad de mi decisión, era imposible quitar mis ojos de ello, era como el bosque entre la nieve, desconcertante, pero con un cierto tipo de belleza a la vez. Después de esta realización, me percaté de que me encontraba no en lo más alto, ni en una altura razonable. Al levantarme, lo único que estaba en paz eran mis aretes, mis 2 pilares me mantenían unida cuando todo lo demás estaba por su lado, casi evitando que me desmoronara en esta realidad en la que me encontraba, una realidad ni fantástica, ni mundana, sin embargo propia, donde nace y sale el sol en el día a día.
Mi única ancla que me mantiene en contacto con el mundo real es mi dispositivo móvil, en ese momento fui bofeteada una segunda vez al observar la hora, y los mensajes que brillaban sobre la fotografía de unas flores. Por otra parte, me alegra que la inconsciente dependencia me haya ayudado a encontrar mi punto de partida más fácilmente.
Antes de mirarme en el espejo, me enfrenté al dilema de si tenía la capacidad mental y moral de ver mi reflejo, la duda existencial era fuerte, pero no fue tan malo. Al darme cuenta de que no tengo idea de las emociones que mi rostro están tratando de comunicar, segundos después no podía alejarme de ahí. Es evidente que no se puede cubrir el sol con un solo dedo, pero muchas son las ocasiones en las que tendrás que aceptar esto y continuar.
El olor y el color estaban casados, y no solo eran parte de mi rostro, si no de mi blusa también, ese bello y elegante blanco fue conquistado por fuerzas mayores.
Lamentablemente este fue todo el tiempo que tenía a mi disposición para dialogar, y lamentar el ayer. Me vi forzada a salir, armada con mis pertenencias dentro de mi pequeña mochila, y con muy poca autoestima, de vuelta ahí afuera. Caminando por el desierto, doliendo, anhelando, escuchando un mix de música indie. Era una vaquera, totalmente una actriz protagonizando la tragedia, mientras todos los extras siguen las instrucciones del guion, y fijan sus miradas en mí mientras pretendo no notarlo.
Al llegar a la cafetería más cercana, me reuní con la única cosa que es constante en mi vida, que amaré y que sé que estará para mí sin importar el día, la hora, el lugar, o las circunstancias de la noche anterior.
Ahí fue cuando decidí sentarme, y mientras miraba por la ventana tratando de recordar y reconstruir los acontecimientos del día anterior, me di cuenta de 4 cosas clave:
La tristeza vive sin pagar renta dentro de mi ser, que sin importar el nivel de consumo se preguntará si tal vez debería vivir en otra parte.
Tal vez ni siquiera somos personas “reales”. Mi barista no tiene idea de los acontecimientos que me han sucedido, ni que me sucederán, para ellos soy meramente un engranaje más en el sistema, y mentiría si dijera que el sentimiento no es mutuo, todos somos igual de insignificantes. Cada quien tiene su ancla, cada quien tiene su historia de ayer, y cada quien es lo suficientemente egoísta como para no preguntarse el por qué, y meramente observar.
Hoy fue el primer y peor día del resto de mi vida, estoy dispuesta a escribir mis sueños y los sueños de los demás, a vivir vidas que no me pertenecen… Voy a ser escritora.
De la última cosa que me percaté, fue de qué iba tarde al trabajo, así que tuve que decirle adiós a mi otro yo, por ahora, y cerrar la puerta detrás de mí, para así no hacer ruido al salir.

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